La moda es un reflejo de la sociedad, y como tal, se ha sumado a la preocupación ambientalista global para sumergirse en una nueva transformación hacia la moda sostenible. Hace tan solo unos años el sistema de la industria textil sufría un gran salto global de deslocalización. Nacía lo que se denominó la “fast fashion”, la creación de prendas en serie y a bajo coste de forma continua.
Nos hayamos ahora ante el comienzo de una nueva era en la que la sostenibilidad tiene todas las de ganar. Lo que algunos califican como una tendencia pasajera o una mera campaña de marketing de las empresas para ganar adeptos o quitarse de encima a los ecologistas, es en realidad una necesidad. La sostenibilidad tiene una utilidad no solo para la sociedad en general, cuyo futuro depende del mantenimiento de los ecosistemas, sino para las empresas y grandes corporaciones que reducen costes y se perpetúan a largo plazo.
Pero no solo nacieron nuevas firmas, la industria tradicional también se introduce en el mundo eco. Y es que la sostenibilidad no discrimina por tamaño empresarial, es más, las grandes empresas tienen la posibilidad de invertir grandes cantidades de capital en mejoras que, además, tienen un alto retorno en beneficios.
La moda sostenible no se basa simplemente en el uso de elementos naturales para la manufactura, sino que también pasa por la innovación en los procedimientos y procesos cada vez más eficientes y en el apoyo a las comunidades. Las distintas marcas aplican las bases de este forma más responsable de entender la industria de maneras distintas y originales.
Es necesario plantearse si la responsabilidad de hacer una industria menos contaminante y con ello más sostenible a corto plazo debe recaer en el consumidor o en la industria.
La educación principalmente debe partir del consumidor porque es él el que adquiere los productos textiles y en función de su demanda se fabrican estos en mayor o menor cantidad y por lo tanto debe de ser conocedor de las repercusiones de sus
acciones. Sin embargo, esta educación, puede ir de la mano con la industria y que está
intente educar al consumidor a través de sus acciones como: campañas, packaging
sostenibles, diseños, …Aunque parta de la educación del consumidor, es un compromiso en el que ambas partes implicadas deben de ir de la mano.
En el caso de la industria, se debe de hacer hincapié en las repercusiones de cada acción realizada, sobre todo en la elección de fibras y en el textile waste, consecuente este último de una alta producción originada por una demanda grande por parte del consumidor. Una vez más aquí se observa que la educación del consumidor es fundamental en el futuro sostenible de la industria textil.